La Religión como ciencia de "prueba y observación", enmarcada solo en las verdades absolutas. La filosofía como herramienta para resolver el asunto de "Ser". Sophia como aquello que resulta del "conocer", y la "duda inteligente" como crisol de la Fe. La Sincretoclastía como única regla.

αβερανθω - Aberanto

αβερανθω - 
Aberanto

Desde que el códice Askew, conocido comúnmente como Pistis Sofía, que se cree fue descubierto en Luxor, entre 1772 y 1773, una palabra, quizás la que menos veces se encuentra escrita en dicho códice - solo tres veces - ha llamado la atención de todo tipo de personas durante casi 250 años.

Mucho se ha especulado sobre su significado, y mucho se ha escrito al respecto de ella. Hay quienes la han adoptado como nombre propio con la intención de engañar a algunos incautos. Otros la han tomado como algo verdaderamente divino por haber sido utilizada junto con el nombre de Jesús, como aclaración, adjetivo, definición, calificación o quizás sencillo sobrenombre. Lo que si es cierto es que su significado ha sido esquivo todo este tiempo. Durante muchos años se intentó publicar el códice, y no fue hasta 1848, cuando M. G. Schwartze hizo una transcripción en Copto, el idioma original, junto con su correspondiente traducción y notas al pie de página en latín. Aunque él no logró publicarla, J. H. Petermann póstumamente la editó y publicó en 1851.

Esta palabra es “αβερανθω” (Aberanto), escrita en éste códice, sin significado conocido, y que probablemente fuese una transliteración de algún término griego o hebreo, y como si eso no fuese suficientemente raro, las únicas tres veces que aparece lo hace con diferente ortografía por vez.

Si bien es cierto que existen muchas traducciones que posteriormente fueron hechas por otros autores, ya a idiomas más comunes como el inglés, nos limitamos a utilizar la versión de Schwartze y Petermann como fuente para todos los efectos de éstos estudios, tanto por tener una transcripción en el idioma original, como porque al ser traducida al latín - interpretamos que - se dejaron una cantidad de palabras emblemáticas en griego debido a que se perdería significado al intentar traducirlas al latín.

Ello, nos lleva a pensar que los autores de la traducción comprendían perfectamente que si traducían ciertas palabras como por ejemplo: "χαραγμας" (charagmas), el significado se perdería para siempre, como pasó con otras obras que originalmente estaban en hebreo o en griego, y luego se tradujeron al latín. No está de más decir, que más fuerza tiene la cultura que el significado de la escritura, por lo que significados totalmente incompatibles entre culturas muy diferentes se forzaron a similitudes erróneas, como por ejemplo, los conceptos de cuerpo, alma y espíritu, que no significan lo mismo en hebreo, griego o latín.

La palabra "χαραγμας" (charagmas), no es solo una "marca" como literalmente se traduciría. Es encontrada en el Nuevo Testamento, mayormente en Apocalipsis, y se trata de una marca que proporciona una identificación innegable, como un símbolo que da conexión irrefutable entre las partes, y es en éste códice la marca indeleble del Padre en lo que es de su propia naturaleza.

Según lo que podemos leer en el códice, el mismo fue escrito al tiempo que se iban dando los discursos entre Jesús y sus apóstoles. No fue un solo manuscrito sino tres, y se escribieron individualmente cada uno por los apóstoles Felipe, Tomás y Mateo, que según el mismo texto, fueron seleccionados para la tarea. No podemos estar seguros de cuál de los tres es éste que ha sobrevivido mediante la traducción y copia, que seguramente se manufacturó a petición de algún pudiente adinerado egipcio que ordenó su traducción al copto, al tiempo que muchos otros textos se inmortalizaron de la misma manera, seguramente debido al éxito del cristianismo en la época.

Como habíamos dicho, la palabra en cuestión aparece solo tres veces en todo el códice, y no aparece igual en ninguno de los casos.

Veamos primero las transliteraciones en el texto copto:

En C358, se encuentra “αβερανενθωρ” (Aberanentor).

En C365, se encuentra “αβερανθω” (Aberanto).

En C373, se encuentra “αβεραμενθω” (Aberamento).

Veamos ahora las transliteraciones del copto al griego, las cual encontramos en la sección latina.

En L224, se encuentra “αβερανενθωρ” (Aberanentor).

En L228, se encuentra “αβερανενθω” (Aberanento).

En L233, se encuentra “αβεραμενθω” (Aberamento).

Podemos observar que no coinciden ni las griegas ni las coptas entre sí, lo cual plantea el problema de ¿cómo saber cuál es la forma correcta de escribirla?

Quizás, analizando las raíces que la forman, podemos esclarecer el misterio.

Primero debemos observar cómo fueron escritas.

En la tercera aparición en copto, la sexta letra es una “μ” (m),  y no una “ν” (n), discordando de las otras dos primeras apariciones.

En la segunda aparición en copto, se encuentra cortada, es decir, con dos letras menos. Sin  el “εν” (en).

Aunque la palabra no existe como tal en otro idioma que no sea el copto, - ya que hasta ahora es el único idioma en que ha aparecido -, podemos descartar tanto el griego y el egipcio como origen de la misma, y dada la alta posibilidad de que el idioma original de los discursos hablados y luego escritos sea el arameo, o la lengua de los eruditos cual es el hebreo - aunque hay quienes afirman que el idioma original de los discursos escritos es el griego -,  evidentemente se transliteró de un vocablo compuesto, y quizás recibió matices o morfemas propios del idioma al que fue transliterada, es decir, al copto, y por eso la terminación “θωρ” (tor) o “θω” (to), aunque solo la primera aparición termina en “ρ” (r).

Nos gustaría insistir en el hecho que el problema de la transliteración no está en el griego, sino en el copto mismo, ya que el termino original - seguramente compuesto por varias palabras - es hebreo o arameo, y por supuesto, se complica mucho más al transliterarlo por segunda y hasta tercera vez.

Para corroborarlo, profundizamos en la utilización de las palabras que conforman los lexemas en los textos bíblicos del antiguo testamento, y encontramos concordancias que nos llevan a afirmar con mucha seguridad que el origen de la palabra compuesta seguramente es hebreo.

Conformada por al menos dos raíces y una conjunción: Ab (H1 אָב), Padre y Rum (H7311 רוּם), Levantado, exaltado, más Yod (י) entre ambas palabras, que es usada habitualmente para nombres propios que comienzan por “Mi Padre es”, “Mi padre el que…” o “El que el Padre ha…”, su significado depende - tal como la mayoría de las palabras de uso habitual - de semántica por interpretación y no por etimología. Si lo leyéramos literalmente, sería algo como esto: “Padre”-“al que”-“levantado”. Las letras “εν” (en), no coinciden con ninguna forma vocal, cosa que no parece alterar el significado ya que al menos una vez aparece sin ellas.

Por último, tenemos las terminaciones “θω” (to) y “θωρ” (tor), las cuales son sufijos griegos. La una es pasiva,  mientras que la otra establece el instrumento, o agente de género masculino, es decir, designa a quien realiza o ejecuta una acción.

Entonces, al final ¿cómo quedaría la frase?

Si tomamos en cuenta que "el levantado o exaltado" no es quien ejecuta la acción, debería ser sin la “ρ” (r) final, por tanto, la palabra transliterada al griego debería ser: “αβερανθω” (Aberanto) para que fonéticamente pueda entenderse, y su significado: “El que el Padre ha levantado” o “El que el Padre ha exaltado”.

Como corolario, creemos que hemos llegado a una conclusión plausible y verosímil, tanto del origen de la palabra como del significado. El origen evidentemente hebreo. La transliteración meramente fonética englobando una frase completa en una sola palabra. El significado, no menos que precioso. "Jesús, el que fue levantado por el Padre".

Por el contexto, sabemos que no se trata de haberle levantado de entre los muertos en un evento de resurrección meramente físico. Se trata de haberle llevado de nuevo como ser espiritual al "sitio" que le corresponde. Ésta palabra representa que Jesús es desde el momento de su ascensión: el "primer misterio", y uno con el Padre.



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