Amada atemporal.
Te abracé, como si te amara de toda la vida.
Solo reconocí en ti lo que ya habría de vivir.
Solo respiré el perfume del haberte encontrado.
No hubo un principio sino una continuidad de algo que aún no había pasado.
Solo reviví los mejores momento que deparaban el futuro a tu lado.
Extraña paradoja, la de conocerte al tiempo que te extrañaba, mientras en mi esperanza se esbozaba tu rostro anhelado.
Quizás, en el momento que aún no se presenta, recordé cuando te conocí, cosa que reforjó el pasado, para que aquel presente sucediera.
Quizás, alguien dijera, que es trampa escribir entre las palabras de un libro, con la intención de realinear la historia, pero la verdad es que ese misterio es lo que siempre debió ocurrir.
En el acordeón abierto del tiempo, una página altera a las que le preceden y a las postreras, reescribiendo un todo para la verdadera historia.
Esto es lo que define acierto y error: Si te equivocas, tribulado en el error, giras el destino causando otro amor. Si aciertas, al reconocer lo que no has vivido, continúa el por contar de lo debido.
A mi Tamara.