La Religión como ciencia de "prueba y observación", enmarcada solo en las verdades absolutas. La filosofía como herramienta para resolver el asunto de "Ser". Sophia como aquello que resulta del "conocer", y la "duda inteligente" como crisol de la Fe. La Sincretoclastía como única regla.

El Padre Nuestro.

El Padre Nuestro.

Sin ánimos de catequizar, estudiemos la oración que - según los evangelios - Jesús enseñó a sus discípulos. Dicen que fue la única oración que les enseñó, pero al parecer, hubo otras oraciones, e incluso rituales que en diferentes momentos celebró ante ellos o con ellos.

Afirman que se trata de una oración perfecta y que en ella encontraremos todo lo necesario para el despertar inicial y posterior redención del hombre, empezando por la entrega de nuestra atención a "Dios Padre", remontándola hasta los cielos, al tiempo que la retiramos de todo aquello que la secuestre mecánica o involuntariamente, luego, plantea la necesidad de unidad con Él, continuando con la promesa del advenimiento, el perdón y el alimento espiritual.

Si bien es cierto, que la gran mayoría de las oraciones de "profesión de fe" inmortalizadas en las diferentes culturas humanas, son en sí la manifestación de lo que el hombre entiende al respecto de lo divino y espiritual, también es cierto, que pocas son una enseñanza clara y concisa - sin ambigüedades -, aceptadas como venidas directamente de aquello que desde la esfera del tesoro de la luz quiere que la humanidad comprenda.

Estamos convencidos de que el Padre Nuestro es una de ellas.

Latín

Castellano

Estudio

Pater noster,

Padre nuestro,

Esta frase es una afirmación, que debería ser un reconocimiento de algo ciertamente sabido y no un acto "imitatus". Según ella, solo tenemos un Padre u origen común, no importando la creencia particular de cada quien. Fuente y sustento del verdadero ser, lo que realmente somos.

Significa que realmente hay un único origen para todos, aunque razonablemente se aprecien muchos.

qui es in cælis.

Que estás en los cielos.

Esta segunda afirmación revela algo tremendamente importante y fundamental, y que establece las bases de la creencia espiritual. Refiere el hecho de que el "Padre" no pertenece a éste mundo, y que no lo podemos encontrar en otra naturaleza que no sea la espiritual, haciendo referencia a "cielos" en plural, lo que al igual que la primera frase del Génesis, sugiere que esa región es lo "elevado" y no lo material. El cuerpo es materia, la imaginación es materia, el pensamiento es materia, hasta la energía es materia. La sola existencia es material.

Solo en lo espiritual podemos encontrarlo, lo que supone que debemos por lo menos discernir qué es espíritu y qué es materia.

Sanctificetur nomen tuum.

Santificado sea tu nombre.

Santo, corresponde indefectiblemente a "incorrupto", "puro". Esta frase manifiesta la convicción del que reza de no antropomorfizar al Padre de ninguna manera, ni de darle forma o compararlo con algún objeto, poder o carácter abarcable por la mente. Hemos visto que - por ejemplo en el hebreo - a las potencias del "Padre" - sanación, fuerza, etc. - se le dan nombres asociado a su vez con formas angélicas, pero nunca con el "Padre" en sí. Ello corresponde con uno de los diez mandamientos que prohíbe hacer escultura o imagen alguna de cosa creada, aclarando que tal prohibición es en todos los ámbitos, es decir, hasta en la imaginación.

Cuando la gente afirma que dios está en la creación, en la luz, en las fuerzas de la naturaleza, o que posee personalidad, forma y figura, o que sencillamente se le considera el creador del mundo material que conocemos, se está corrompiendo la apreciación de él, por lo tanto, no estaríamos cumpliendo con el precepto de ésta oración.

Adveniat regnum tuum.

Advenga tu Reino.

Una súplica o petición, a la que hay que analizar muy bien.

Lo primero que dice es que este no es su reino, lo que significa y reafirma el postulado de "Que estás en los cielos".

Si algo es de una naturaleza determinada, no puede estar contenido ni fusionado en otra naturaleza diferente, lo que podemos verificar inclusive en los diversos niveles de una misma naturaleza, que no se mezclan, y cada uno está en su esfera o región, y aunque el espíritu y los cuerpos estén enlazados, ello no quiere decir que uno contiene al otro, entonces, al hablar de "Reino", solo podemos hablar de algo espiritual, por consiguiente, tal idea lleva a pensar que el "Reino" del Padre solo pudiese existir en el espíritu humano que es de su misma naturaleza. Sabemos que muchos piensan que el reino de Dios se establecerá en la tierra, mas sin embargo, para nosotros, eso solo puede ocurrir - hablando poéticamente - en el corazón del hombre, queriendo decir esto que el espíritu solo se bautiza con espíritu, y por tanto, y según el pensar cristiano, quien lleva a cabo ésta función es el espíritu santo, al ungirse en el espíritu humano.

Ello traería como consecuencia la ocurrencia del advenimiento de la percepción de lo espiritual, capacidad que de otra manera no tendríamos, y que ahora por el solo hecho de la gracia hemos heredado de su espíritu santificante.

Entonces, el "Reino" no es más que la misma Gnosis efectuando el "milagro" de la percepción.

Fiat voluntas tua, sicut in cælo et in terra.

Hágase tu voluntad, como en el cielo así en la tierra.

Esta petición es quizás una de las más emblemáticas. Aclara lapidariamente que en la "tierra" no se hace la voluntad del Padre.

Tal como en el génesis, al hablar del "cielo" se habla de la esfera espiritual. Al hablar de "tierra", es aceptable que se englobe al mundo, ya que allí no se respeta su voluntad, pero seguramente debe estar hablando también de nuestra alma, psiquis o como quiera que se le llame, a la parte concreta de la creación en nosotros.

Esto presupone dos problemas. Uno es conocer la voluntad de Dios sin intermediarios, y el otro es no confundirlo con conceptos morales.

Solo hay una forma de hacer la voluntad de Dios, y para ello es necesario despertar el discernimiento mediante la obtención de las verdades absolutas, de lo que se "es" y lo que se "tiene".

Sabemos que al obtener el discernimiento, su espíritu santificante - el del Padre, que a su vez lleva los misterios ejecutados por el Hijo en su vida en la Tierra - actúa en nuestra alma como un fuego sumamente violento que separa lo que es de origen espiritual de lo que tiene por origen el frotamiento y la sensación, de modo que obtenemos la Gnosis, la Sophia que nos permite conocer y hacer la “voluntad del Padre”.

No podemos saber ni ejecutar la voluntad del Padre si no le descubrimos primero.

Panem nostrum quotidianum da nobis hodie.

El pan nuestro cotidiano dalo a nosotros hoy.

Su Palabra, su Gnosis, el resultado absoluto de conocer al Padre mediante nuestro Ser. El Bautismo, el Crisma, es nuestro alimento, verdadera sustancia espiritual, único alimento que vivifica a nuestro espíritu. No la palabra escrita, sino la que en la percepción de Dios proviene de Él. Solo lo espiritual nutre a lo espiritual.

“Bautizo” es sencillamente “Comienzo nuevo”, y cada vez que develamos una verdad u obtenemos un misterio de ejecución o de gracia, es un bautizo, de manera que no uno sino muchos bautizos son necesarios para cumplir la palabra de Dios.

Et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris.

Y libera nuestras deudas, así como liberamos a nuestros deudores.

Lo único que el Ser espiritual - lo que realmente somos - tiene por deuda, es el deseo y la concupiscencia por la materia, la sensación y el impuro frotamiento, la compulsión.

Podemos transformar la forma en que reaccionamos hasta el punto de no reaccionar, mas el impulso a volver a crear las sensaciones y emociones, solo lo puede liberar el espíritu santificante en nosotros, aquel enviado a nosotros para vencer lo que de otra manera es imposible vencer.

"Nuestros deudores" son todos esos avatares de personas, animales o cosas, situaciones, recuerdos, etc., con los cuales estamos "enlazados" por rencor, apego, odio, deseo, entre otras cosas. De no romper esas amarras, imposibilitamos la obra de redención que el "Padre" efectúa en nosotros, pues quedamos adheridos en nuestra atención a lo ilusorio y mecánico de nuestras propias reacciones.

Et ne nos inducas in tentationem.

Y no nos induzcas en tentación.

Todo aquel que reciba el Espíritu Santo será tentado por su propia concupiscencia, pero no será arrebatado ni caerá inconscientemente.

El Espíritu Santo en su travesía por nuestra psiquis, ilumina todo recuerdo, toda memoria, consciente o inconsciente, haciendo que aparente vida de nuevo, y las escenas - imágenes, emociones y sensaciones que las conforman - se reproducen tal cual como fueron creadas. Sin el poder del discernimiento y sin los misterios de ejecución, cualquiera caería de nuevo en una vorágine interminable de revivir constantemente tales vivencias, pero al poseer las verdades absolutas, se presenta la oportunidad de aplicar los misterios en cualquiera de los niveles ya despiertos y refrenar los impulsos de revivir nuevamente el evento.

El que ha sido bautizado en consciencia, sabe cuándo es el espíritu santo haciendo su labor, o cuándo es algún factor externo a sí mismo que lo hace. Es bueno tener en cuenta que tales elementos existen y tienen la capacidad de influenciar en las ideas y pensamientos de las personas, por tanto, mediante detonantes estimulan las debilidades. 

Sed libera nos a malo.

Mas líbranos de lo malo.

La constante exposición a la tentación resulta en una angustia terriblemente profunda, en la que casi se pierde la perspectiva de si se está haciendo lo correcto o no. Solo el que resiste vence, y solo vence el que tiene amor, y solo tiene amor el que le conoce, el que conoce a Dios Padre.

Parafraseando a los filósofos de la antigüedad, solo el que posee la "piedra" transmuta el impulso y sale airoso.

Quia tuum est regnum, et potéstas, et glória in sæcula (sæculorum). Amen

Porque tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria por los siglos de los siglos.
Así es/sea.

Esta Doxología - alabanza a Dios - es agregada posteriormente y no pertenece a la oración original. 





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