El Libro de las Revelaciones
- Apocalipsis -
Introducción:
Preámbulo:
Primer tercio:
Prólogo de la revelación (1:1-3)
1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto; y que dio a conocer enviándola por
medio de su ángel a su siervo Juan,
1:2 quien ha dado testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de
Jesucristo, de todo lo que ha visto.
1:3 Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca.
Las siete cartas a las Iglesias – Destinatarios
(1:4-8):
1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia a vosotros y
paz de parte del que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete
Espíritus que están delante de su trono,
Es algo inevitable que el Señor complete la
obra del Padre, pues, una vez que la inició, tarde o temprano la terminará. Es
la verdadera obra, por eso, ha de venir.
1:5 y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre
los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró
de nuestros pecados con su sangre,
1:6 y nos constituyó en un reino, sacerdotes para Dios su Padre; a él
sea la gloria y el dominio para siempre jamás. Amén.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá: aun los que le
traspasaron. Todas las tribus de la tierra harán lamentación por él. ¡Sí, amén!
1:8 “Yo soy el Alfa y la Omega,” dice el Señor Dios, “el que es, y que
era y que ha de venir, el Todopoderoso.”
1:9 Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación y en el
reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos por
causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor y oí detrás de mí una
gran voz como de trompeta,
1:11 que decía: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete
iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a
Laodicea.”
1:12 Di vuelta para ver la voz que hablaba conmigo. Y habiéndome
vuelto, vi siete candeleros de oro,
1:13 y en medio de los candeleros vi a uno semejante al Hijo del
Hombre, vestido con una vestidura que le llegaba hasta los pies y tenía el
pecho ceñido con un cinto de oro.
1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la
nieve, y sus ojos eran como llama de fuego.
1:15 Sus pies eran semejantes al bronce bruñido, ardiente como en un
horno. Su voz era como el estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una
espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando resplandece en su
fuerza.
1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mí su mano
derecha y me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último,
1:18 el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de
los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Ciertamente, posee las llaves – los misterios – que permitirán nuestra libertad.
1:19 Así que, escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que
han de ser después de éstas.
1:20 En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi
mano derecha, y de los siete candeleros de oro: Las siete estrellas son los
ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias.
1ra Iglesia. Carta a la Iglesia de Éfeso (2:1-7)
2:1 “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete
estrellas en su mano derecha, el que camina en medio de los siete candeleros de
oro, dice estas cosas:
2:2 Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia; que no
puedes soportar a los malos, que has puesto a prueba a los que dicen ser
apóstoles y no lo son, y que los has hallado mentirosos.
2:3 Además, sé que tienes perseverancia, que has sufrido por causa de
mi nombre y que no has desfallecido.
2:4 “Sin embargo, tengo contra ti que has dejado tu primer amor.
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído. ¡Arrepiéntete! Y haz las
primeras obras. De lo contrario, yo vendré pronto a ti y quitaré tu candelero
de su lugar, si no te arrepientes.
2:6 “Pero tienes esto: que aborreces los hechos de los nicolaítas, que
yo también aborrezco.
2:7 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso
de Dios.
2da Iglesia. Carta a la Iglesia de Esmirna (2:8-11)
2:8 “Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el último,
el que estuvo muerto y vivió, dice estas cosas:
“El que estuvo muerto y vivió” es el Señor. Mientras estuvo entre nosotros fue como estar entre los muertos, y cuando resucitó espiritualmente, regresó a la vida verdadera, a su origen.
2:9 Yo conozco tu tribulación y tu pobreza—aunque eres rico—, y la
blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son; más bien, son sinagoga de
Satanás.
Para muchos, es sencillamente una especie de relleno entre lo astral y lo físico, entre la experimentación psicológica y la acción, el deseo y la manifestación, algo así como una sombra, un halo, más sin embargo, posee – tal como el físico – anatomía, capacidades y regidores que corresponden con el misterio de su nivel.
Los cuerpos físico y vital son efímeros. Solo existen como parte del alma humana hasta la muerte del cuerpo físico. Luego de eso, se pierden y descomponen, junto con sus reacciones, sus costumbres, sus idiomas, gestos, etc. Por eso la expresión “de la blasfemia de los que dicen ser Judíos y no lo son…”.
2:10 No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí,
el diablo va a echar a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis
probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo
te daré la corona de la vida.
Basta con acusar a alguien, y él se activará automáticamente saltando como resorte, para producir y generar actitudes, comportamientos y reacciones en su defensa.
En realidad, el arcano o misterio de éste cuerpo está en refrenar el impulso de defenderse a sí mismo. Esta es la clave para la muerte psicológica en este cuerpo.
“Pues todas las emanaciones de Obstinado me han quitado todo mi poder luz y me han derrotado. Ellas – las emanaciones – deseaban arrebatarme toda mi luz, por completo, y vigilan mi poder. Unas a otras se dicen: 'La Luz la ha abandonado. Capturémosla y arrebatémosle toda la luz que hay en ella'” llora Pistis Sophia en su segundo arrepentimiento cuando impotente ante la ferocidad del poder Rostro de León y sus emanaciones cae presa.
Al igual que el cuerpo físico, el vital cuenta con 33 nódulos donde se guardan valores energéticos equivalentes a nuestras experiencias desde el día de nuestra concepción, cosa que se traduce en “regidores” inconscientes que constantemente inundan nuestro comportamiento con reacciones preconcebidas.
Su impulso – al que hay que refrenar –, es justamente esa inclinación de cambio o incomodidad que se percibe cuando se hace algo de la manera no acostumbrada, como por ejemplo, cruzar los brazos al revés de cómo lo hacemos siempre, o acostarnos del lado contrario al habitual, etc.
Lógicamente, debe haber justo en el instante anterior a su manifestación la experiencia psicológica de una escena – imágenes, sensaciones y emociones – que le producen, reconociéndose como una especie de fuerza que procura gesticular y presentar un lenguaje corporal acorde con lo que se está viviendo en el momento.
Si somos insultados, es lo que ocurre justamente entre la interpretación de lo que nos ofende y la contracción y gesticulación del cuerpo físico.
2:11 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
El que venza, jamás recibirá daño de la muerte segunda.
Quiero aclarar que todo esto se procesa en el diario vivir. Las siete dimensiones de la manifestación existencial del espíritu son concurrentes.
Cada vez que morimos sin haber logrado el arcano o misterio del cuerpo vital, perdemos todo lo hecho y aprendido en la vida.
3ra Iglesia. Carta a la Iglesia de Pérgamo (2:12-17)
2:12 “Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada
aguda de dos filos dice estas cosas:
2:13 Yo conozco dónde habitas: donde está el trono de Satanás. Y
retienes mi nombre y no has negado mi fe, aun en los días de Antipas, mi
testigo fiel, quien fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
Sabemos por experiencia directa que nuestra
manera de expresarnos en la materia es mediante siete niveles o mundos, comúnmente
conocidos como: físico, vital, astral, mental, causal, búdico y atmico, y cada
uno representa un peldaño en nuestra psicología – de acuerdo a nuestra
cosmovisión –, cuales son la personalidad, la inclinación, el deseo, la interpretación,
la predisposición, la curiosidad y lo que creemos que somos.
Estos mundos o niveles se han ido descubriendo
poco a poco, uno por uno, desde que alguna vez perdiéramos la consciencia,
hasta nuestros días.
Hasta hace unos 40 años, se creía que el átmico
era lo más elevado del ser humano, y resultó ser tan material, tan una
pertenencia de lo que se es, como los demás cuerpos.
La Iglesia de Pérgamo corresponde al mundo astral,
de los deseos, de las experimentaciones psicológicas, donde nuestra imaginación
se hace experiencia vívida, y de hecho, produce comportamientos cónsonos con lo
que nos imaginamos.
Satanás - el contrario - , es el deseo, que no es
más que una experiencia psicológica que produce reacciones en los cuerpos vital
y físico, las cuales normalmente son tomadas como ciertas y reales por la mente,
para volver a asociar, tomando como base lo experimentado.
El problema con el deseo no es la experiencia
que produce, sino el creerla real. Es el identificarse con ello, con lo que se
cree que se está viviendo. En el arcano correspondiente con ésta iglesia, en su
primera fase, solo podemos quitarle la atención, moviéndola al tiempo que
reunimos todas nuestras fuerzas para concentrarnos en no ser jalados de nuevo hacia
la vívida hipnosis que genera.
A estas alturas, la persona sufre muchísimo
por la potencia del poder del deseo.
Refrenar el impulso a sumergirse en lo que se
está viviendo, a sentir reacciones cuando se experimenta psicológicamente un
recuerdo, un disgusto, un aroma, una sensación, en fin, cualquier escena llena
de imágenes, sensaciones y emociones, es la clave.
Antipas no negó nunca al Señor, y murió entre
llamas por ello. Jamás cedió.
No ceder es la clave. No embutir nuestra
atención en lo que se produce al vivir algo en la imaginación.
Es necesario para despertar en éste mundo el
acostumbrarse a quitarle la atención a toda experiencia psicológica que se
presente, buscando vivir el momento lo más lúcido posible. Es por mucho el más
intenso de los mundos.
2:14 “Sin embargo, tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes allí a
algunos que se adhieren a la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner
tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer de lo sacrificado a los ídolos
y a cometer inmoralidad sexual.
2:15 Asimismo, tú también tienes a los que se adhieren a la doctrina de
los nicolaítas.
El tropiezo es experimentar psicológicamente, porque
dicha experiencia conlleva a querer concretar en el físico. Por eso se llama
deseo, porque aún no se concreta. Es igual que imaginar comer un helado. Es la
misma cosa. Vivirlo en el fuero interno, pero no poderlo disfrutar en la
realidad es un estado de deseo frustrado. Cosa que es peor.
Llenarnos de deseos no concretados es
convertirse en personas frustradas, oscuras.
Debemos considerar que toda reacción
inconsciente y mecánica basada en una experiencia psicológica es un defecto, una
ilusión.
Observando todos los elementos que componen una
escena, es decir, rostros, objetos, sonidos, sensaciones, emociones y
sentimientos, y estando atentos a cómo ese conjunto de elementos pretende
generar de nuevo más experiencia, es decir, más sensaciones, más emociones, más
imágenes, etc., como si en realidad todo ello estuviera pasando; intentemos refrenar
su poder atractivo a revivir mecánicamente, que jala nuestra atención a lo que creemos que está pasando, y podremos
ver, cómo una fuerza terrible procura traernos de nuevo a la escena. Ese es el
impulso del deseo, y es lo que hay que refrenar.
La clave de refrenar es siempre la misma, siempre igual en todas las esferas y durante este tercio del camino. Retirar
la atención del poder hipnótico de lo que la absorbe.
Cada tercio tiene su afán.
2:16 Por tanto, ¡arrepiéntete! Pues de lo contrario vendré pronto a ti
y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
No es malo para nada que no pudiendo lograr el
arrepentimiento, que es el resultado de una sincera auto observación, el Señor luche
por nosotros contra eso que nos engaña, siempre y cuando, no cometamos el error
de querer probar de cualquier manera el deseo. Ni siquiera de una manera disimulada.
Si bien es cierto que no es recomendable, casi seguro
es que en algunos momentos ha de suceder así, ya que quizás, nosotros solo
debemos “querer” discernir, y el Salvador hará su obra de ir develando,
enseñando, explicando y cristificando por donde va pasando su espíritu
santificador de discernimiento, justo en medio del huerto.
En el 3er arrepentimiento de Pistis Sophia, el Ser
solicita exactamente eso. “Ojalá que mis enemigos sean derribados y hechos pedazos”, orar, mucho orar.
Beethoven, en su 3ra sinfonía llamada la “Heroica”,
no podía hacer otra cosa que componer para la muerte, para la separación y el
discernimiento.
En el 2do movimiento de esa sinfonía, la marcha
fúnebre, se halla una cátedra de discernimiento, donde tres elementos
revolotean entre las melodías, precipitándose dos de ellos al sepulcro, y un
tercero ascendiendo hasta perderse de vista en la más maravillosa expresión
tonal de inspiración divina musical. Aunque al principio las tres parecen una
sola, resulta espectacular presenciar la separación de dichas melodías, y más
el efecto que ello produce en nuestra psiquis.
2:17 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Al que venza le daré de comer del maná escondido, y le daré una piedrecita
blanca y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, que nadie conoce sino el que
lo recibe.
La piedrecita a la que se refiere el Señor es
el advenimiento a la vida real y eterna, pues, antes de esto, todo el proceso
pudiese desperdiciarse si se pierden los cuerpos descartables, y se rompe la
continuidad.
Una cosa es haber vencido al impulso en lo
físico y en lo vital – gracias a los dos primeros misterios de ejecución –, y otra muy distinta, es vencer el terrible
poder hipnótico del deseo.
4ta Iglesia. Carta a la Iglesia de Tiatira (2:18-29)
2:18 “Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, que
tiene sus ojos como llama de fuego y sus pies semejantes al bronce bruñido,
dice estas cosas:
2:19 Yo conozco tus obras, tu amor, tu fidelidad, tu servicio y tu
perseverancia; y que tus últimas obras son mejores que las primeras.
2:20 “Sin embargo, tengo contra ti que toleras a la mujer Jezabel, que
dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a cometer inmoralidad
sexual y a comer lo sacrificado a los ídolos.
El espíritu del Señor, el Santo Espíritu, es
quien silentemente va vértebra por vértebra mostrándonos lo que cada día es
necesario ver de nosotros mismos, de nuestros recuerdos, de nuestro “mercurio
seco”, de nuestro karma, por lo que buscar por propia voluntad revivir escenas
del pasado con la intensión de “dizque trabajar” con ellas, es un autoengaño
que no va a parar a nada bueno.
La Iglesia de Tiatira representa a los
procesos psicológicos del cuerpo mental; al mundo de las asociaciones
psicológicas, al ruido, a la equivalencia.
La tolerancia a los procesos razonativos es
sueño.
La mente, es ese nivel de nuestra psiquis que
se encuentra – en el proceso de la creación de nuestros pensamientos – justo
después de la “disposición” y antes de la imaginación. Es allí donde se forman
las palabras, las imágenes, las ideas. Es absolutamente dependiente de la
voluntad – sea ésta consciente o mecánica –, ya que asocia de acuerdo a la
predisposición de nuestro humor.
Puede hilar secuencias de pensamientos asociados
por parecidos u opuestos, que desembocan en historias, relatos, conclusiones e
interpretaciones fantasiosas si se lo permitimos.
Poseemos la mente. No somos ella.
Los procesos de la mente están basados en la “ley
de asociaciones psicológicas”. Esta ley es completamente mecánica y produce secuencias de
escenas, que si no estamos conscientes, resultan en engaño.
El cuerpo mental, es similar a un estómago. Mientras
reciba alimento, procesa y procesa asociaciones y derivaciones sin detenerse,
generando a su vez experiencias psicológicas que por consiguiente obligan –
mediante estímulos – al cuerpo físico a responder, y éstas respuestas, por
último, conllevan a volver a asociar, lo que termina por completar un círculo
vicioso que genera conductas y comportamientos.
2:21 Le he dado tiempo para que se arrepienta, y no quiere arrepentirse
de su inmoralidad.
2:22 He aquí, yo la echo en cama, y a los que con ella adulteran, en
muy grande tribulación, a menos que se arrepientan de las obras de ella.
La mente es el nivel del alma donde se
interpretan formas y símbolos. Su rango es sencillamente constitutivo de las
funciones y capacidades del ser humano para manifestarse y relacionarse con el
mundo, y su único problema es que procesa todo lo que cae en ella, sin distinción,
mas sin embargo, dichos procesos solo pueden darse entre elementos conocidos
por ella, y en la primera fase de éste misterio, debemos arrebatar la atención
que se absorbe en ella, cosa que puede lograrse enfocándonos – nuestra atención,
consciente y voluntariamente – en cualquier cosa ajena al proceso que ejecuta
en el momento.
El arcano de éste nivel es refrenar el impulso
de asociación. El refreno del impulso a asociar resulta en disociación, lo cual
es maravilloso para aquellos que sufren por no poder experimentar las cosas tal
como realmente son. Al disociar lo falso, se conoce la realidad.
2:23 Y a sus hijos mataré con penosa muerte, y todas las iglesias
sabrán que yo soy el que escudriño la mente y el corazón. Y os daré a cada uno
de vosotros conforme a vuestras obras.
En la simbología bíblica, la vida es lo
espiritual, y lo material es la muerte. Solo el espíritu tiene vida verdadera,
y lo material es efímero y muerto. Por eso, el resultado de la mecánica mental
será muerta por la verdad del discernimiento.
“Debemos permanecer alertas y vigilantes como
el vigía en época de guerra.” dice el que vigila los pensamientos del
oficiante.
“¡Huye demonio de cara de cocodrilo!, ¡tú cuya
morada está en el oeste! Sé que te alimentas de los signos del zodiaco, sabe
pues que yo traigo en mi corazón lo que tu más detestas.” Ésta y las
subsiguientes frases que rezan el llamado “Libro de los Muertos” egipcio,
constituyen en si la clave del 4to misterio para vencer la mente. Ella solo se
detiene ante lo que poseemos en nuestros corazones, es decir la palabra
perdida, el sabernos Ser, el estado de auto percepción.
“Los signos del zodíaco” son las experiencias
registradas en nuestra psiquis, las cuales usa la mente para sus procesos. Doce
aeones de destino y karma.
Lo que “yo traigo en mi corazón”, es el
discernimiento proporcionado por la percepción del propio Ser, y colocando
nuestra atención en lo que realmente somos, más allá de donde se forman las
palabras, la mente deja de ser alimentada y la mecánica se detiene. Entramos en
paz.
En la percepción del Ser, toda materia se
disuelve, desaparece, aunque por los momentos, bien vale solo quitarle la
atención.
2:24 “Pero a los demás en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina,
quienes no han conocido las cosas profundas de Satanás (como las llaman), os
digo: No os impongo ninguna carga más.
2:25 Solamente aferraos a lo que tenéis, hasta que yo venga.
Las asociaciones psicológicas resultan en
experimentaciones psicológicas, y al refrenar el impulso de seguir asociando,
tales experiencias cesan, se detienen, no se alimentan, pierden fuerza.
Aferrados al Ser, a la percepción de Ser, el
proceso mecánico se detiene.
2:26 Al que venza y guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad
sobre las naciones,
2:27 —él las guiará con cetro de hierro; como vaso de alfarero son
quebradas—, así como yo también he recibido de mi Padre.
2:28 Además, yo le daré la estrella de la mañana.
“¡Mira!, mi rostro ha quedado sin velo, mi
corazón está en el lugar que debe estar, y mi cabeza se adorna con la corona de serpientes.”
Esto y otras cosas más suceden al que corona
el 4to misterio de afuera hacia dentro. Puede comprender los infinitos, el cómo
trabaja en nosotros el espíritu santo y miles de otras cosas más, puesto que el
Señor ha cristificado su mente, y ahora su mente puede ser “escrita” por el
espíritu.
Regir las naciones, poder neutralizar el
comportamiento errático dictado por las asociaciones psicológicas, es
maravilloso.
2:29 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.