El Libro de las Revelaciones
- Apocalipsis -
Introducción:
Es por mucho el libro más temido del canon
bíblico, y contrariamente, uno de los que ha causado más curiosidad en la
historia escrita.
Titulado “Ἀποκάλυψις” [Apocalipsis] - lo que
significa: Ἀπο [Apo]=”no es”, “no aquí”, “lejos”, y κάλυ [cali]=”cubierto”,
“oculto”, “tapado” y ψις [psis]=Sufijo de acción, por tanto le llaman
“Revelaciones” - y cuya autoría se atribuye al apóstol “Juan” en la isla de
Patmos. Cuando fue escrito, no era ni el primero ni el último de su clase. Es parte de un grupo de textos similares
escritos por diferentes autores en diferentes épocas, más sin embargo, todos
ellos refieren a una misma experiencia.
Quien lo escribió, no fue el único que experimentó
tales visiones. Hubo más...
Ahora, ¿son profecías - en el sentido de lo que ha de pasar - o narraciones de algo que
pasó, algo que va a acontecer, o mejor dijéramos, debe acontecer?
Rebosante de relatos y eventos alusivos a
visiones, experiencias de otros mundos y otras esferas, su entendimiento se ha
demorado. Su mensaje aún
continúa oculto.
Para nosotros la realidad es otra, ya que
poseemos, por decirlo de alguna manera, la “piedra roseta” que bien puede
ayudar a desvelar su mensaje.
El sitio, el emplazamiento de los eventos, el
dónde ocurren u ocurrirán, ha preñado la imaginación de quienes han intentado
entenderlo.
Al parecer, cada uno de los que recibieron la
gracia de la cristificación escribió su apocalipsis propio, de los cuales solo unos
pocos han sobrevivido hasta nuestros días. Unos escondidos, otros a plena vista.
El escrito de "Revelaciones" que analizaremos a
continuación es el que se encuentra en la Biblia Canónica, al final de ella, y
al parecer continúa allí por la única razón que tuvo el prelado religioso de
necesitar algo con que generar escrúpulos en la fe cristiana, de manera que los
fieles tuviesen recato en sus vidas, algo a que temer, amenazados con el juicio
final, y lo que ha de acontecer cuando concluyan los tiempos.
Preámbulo:
Como bien sabemos, hoy por hoy, se tiene una
mezcla de ideas y conceptos que empañan - y hasta alteran - completamente el
entendimiento y la percepción de lo espiritual, y justo por ello, existe una
predisposición al respecto del tema apocalíptico, que lejos de ayudar a
esclarecer la perspectiva de los estudiosos, solo les nubla, desviando el
sentido y el espíritu del mensaje y de su significado, junto al de otras obras
que con el mismo título se plasmaron en otros tiempos, aunque hoy apócrifas,
para que tengamos la posibilidad de conocerlas y estudiarlas.
Maravillosamente existen textos y códices que
refieren de maneras y matices algo diferentes al mismo propósito y fin, y
aunque no están completos del todo – en el aspecto de revelar la ruta a
transitar hasta su culminación, ellos - dichos textos - detallan el comienzo y
cumplimiento de una de tres pautas que en el Apocalipsis se plantean completas. Un camino de tres pasos.
El propio Ser humano como una liturgia de
siete misterios, la Gracia del Padre, el perdón de los pecados y el libro de "Pistis Sophia", contienen las exactas mismas claves para el tránsito y
culminación del primer tercio de misterios del espíritu, camino que al completarse, desemboca en la liberación
de nuestro Ser de las amarras de la materia, y su concupiscencia por ella.
El estudio que presentamos a continuación, el
cual no hemos terminado, alberga solo el espíritu y mensaje contenido en el
libro de Revelaciones, sin ahondar en los detalles de nombres, sitios, y muchos
otros símbolos que requerirían de un estudio que ocuparía casi toda una vida.
Para iniciar, solo basta con colocar la
atención de todo en sí mismos, en nuestro cosmos, en donde todo ocurre, y el viaje
hacia la renuncia, la comprensión, la ejecución de misterios y el advenimiento
de la gracia comienzan.
Sin
más preámbulos, pasemos al estudio.
Primer tercio:
Prólogo de la revelación (1:1-3)
1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto; y que dio a conocer enviándola por
medio de su ángel a su siervo Juan,
1:2 quien ha dado testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de
Jesucristo, de todo lo que ha visto.
La “Palabra de Dios”, aunque silente, es
reflejada en la acción de Jesús Cristo, quien estando vivo detrás del velo de
la Luz, vino a la muerte, la existencia, para luego resucitar en la Luz.
Tal testimonio, mediante el “Espíritu que
Santifica”, llega a nosotros no para ser escuchado, sino para ser vivido aquí, en nuestra muerte del mundo por una vida verdadera.
Un camino, una senda, algo no recorrido, pero
que debe iniciarse justo ahora, aplicando los misterios que solo por
experiencia pueden conocerse.
1:3 Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca.
Jesús, en verdad da testimonio de este
proceso, pues todo lo aquí narrado, sucedió en su Ser, paso a paso, liberándole
de la materia que le imbuía luego de venir a la existencia, y cumpliendo él la
promesa del Padre en sí mismo.
Tal prodigio es solo posible si el Espíritu
Santo realiza la obra de consumir íntegramente nuestro caos y eones, hasta su
culminación.
Los que han sido testigos de la revelación
detallada de ésta promesa, comenzaron su camino en ella.
Algunos la escribieron. Otros solo la vivieron.
El testimonio de Jesucristo es en sí la
liberación absoluta, el “vencer al mundo” como lo venció él, de manera que no
quede en nosotros nada que pueda ser atraído por la materia.
Quien ejecute lo aquí escrito, gozará de la
gracia de vivir en sí mismo las pautas de la liberación psicológica,
la fusión con el espíritu de Dios. Perder la vida por ganar la vida.
Todo esto - lo escrito en Revelaciones - a manera
de visiones de hombre, es representativo de lo que Nuestro Señor vio y
experimentó en su transitar por esta tierra, y su posterior ascensión al Padre.
Las siete cartas a las Iglesias – Destinatarios
(1:4-8):
1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia a vosotros y
paz de parte del que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete
Espíritus que están delante de su trono,
Es algo inevitable que el Señor complete la
obra del Padre, pues, una vez que la inició, tarde o temprano la terminará. Es
la verdadera obra, por eso, ha de venir.
1:5 y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre
los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró
de nuestros pecados con su sangre,
El “primogénito de entre los muertos” es
Jesús, quien es el primero en vencer absolutamente, el primero en resucitar al
espíritu, es decir, aquel que estuvo muerto entre nosotros y volvió a la vida
al regresar a su región.
Luego de ascender, su “Espíritu Santo” fue
enviado a la tierra a fusionarse en quienes le han hallado, en quienes han
recibido el misterio del discernimiento para su ejecución; y es de ahí en
adelante que quienes le recibieron y aún le reciben, tienen la gracia de
entender y encarnar los misterios de la Luz.
Librarnos con su sangre es exactamente ejecutar los misterios de discernimiento, vencer para luego advenir a la gracia de la vida. Si él no hubiese logrado eso, nosotros no pasaríamos jamás de la primera parte del trino sendero, puesto que mediante el misterio de la percepción, al encarnar su principio - cristo - lo que realmente somos ungidos con él y en él, podremos ejecutar los mismos misterios y así librarnos mediante su experiencia. Su sangre.
1:6 y nos constituyó en un reino, sacerdotes para Dios su Padre; a él
sea la gloria y el dominio para siempre jamás. Amén.
La ejecución de los misterios que parten del
discernimiento y que desembocan en la renuncia, nos convierte en sacerdotes,
cuyo único acto devocional es la búsqueda y consecución de la verdad absoluta.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá: aun los que le
traspasaron. Todas las tribus de la tierra harán lamentación por él. ¡Sí, amén!
En realidad, al verificarse el apocalipsis en
cualquiera de los niveles del Ser, todo aquello que nos conforma le ve, se
rinde ante él, le contempla y le ruega, por liberación y perdón. Hay quienes
perdiendo la fidelidad que es representada por la fe, entre renegar y maldecir,
solo piden el cese del sufrimiento. Estos últimos son los que le han
traspasado.
1:8 “Yo soy el Alfa y la Omega,” dice el Señor Dios, “el que es, y que
era y que ha de venir, el Todopoderoso.”
De no entender que todo comienza, gira y
resulta en él, no es posible verificar en sí mismo estos misterios.
Si bien pareciese que se trata de algo fuera
del ser humano, no lo es.
Todo ocurre dentro del cosmos particular e
individual, en el más absoluto incognito para los demás, muy dentro de la
persona.
Se trata del mensaje que a través de Juan, y
por medio del Ángel de Dios, llega a nuestro Ser, que en el texto se refiere a
todos aquellos elementos que conforman nuestra mezcla, es decir, Ser, alma, cuerpos
existenciales, egos, potencias y regidores, etc.
En realidad, el mensaje va dirigido al Ser que
posee sus siete cuerpos existenciales y de cómo vencerlos, y es por ellos que
dice: “todo ojo le verá”, refiriéndose de manera alegórica a las partes que
conforman nuestro cosmos, pues aquello que es y ha sido siempre, lo verdadero,
será “visto” por todo lo que nos compone.
1:9 Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación y en el
reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos por
causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor y oí detrás de mí una
gran voz como de trompeta,
1:11 que decía: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete
iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a
Laodicea.”
Esas siete iglesias son los siete cuerpos
existenciales, cada uno con sus capacidades y defectos, las siete dimensiones
de nuestra psicología particular.
Personalidad, Inclinación, Deseo, Interpretación,
Predisposición, Curiosidad y Ego, visto de afuera hacia dentro, larga caída
para algo que no pertenece sino a la esfera inmaterial.
1:12 Di vuelta para ver la voz que hablaba conmigo. Y habiéndome
vuelto, vi siete candeleros de oro,
1:13 y en medio de los candeleros vi a uno semejante al Hijo del
Hombre, vestido con una vestidura que le llegaba hasta los pies y tenía el
pecho ceñido con un cinto de oro.
“Hijo del Hombre” es una expresión de la época
que significa “hijo del espíritu”, “hijo del verdadero Ser”, “Hijo de Dios”.
El “Hombre” es Dios Padre, el espíritu
original, el verdadero hombre.
En aquellas épocas era importante definir tal
cosa, porque de esa manera se definía el origen espiritual, la fuente, al
Padre. Una forma de establecer una genealogía divina.
1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la
nieve, y sus ojos eran como llama de fuego.
1:15 Sus pies eran semejantes al bronce bruñido, ardiente como en un
horno. Su voz era como el estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una
espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando resplandece en su
fuerza.
1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mí su mano
derecha y me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último,
1:18 el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de
los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
El primero y el último, la eternidad y la
pre-existencia, lo engendrado, no creado.
Él es el Primero en resucitar, y será siempre
quien resucite en nosotros, por lo que también será el último, ya que hasta que
se complete “el número de almas perfectas”, es él quien hace la obra en todos.
“Por el Cristo, con él y en él”, es un gran
misterio que solo lo comprende quien lo recibe.
Ciertamente, posee las llaves – los misterios
– que permitirán nuestra libertad.
1:19 Así que, escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que
han de ser después de éstas.
1:20 En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi
mano derecha, y de los siete candeleros de oro: Las siete estrellas son los
ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias.
Así como Eva tiene en su composición una
costilla de Adán, así cada uno de los vehículos de expresión del Ser tiene su
partícula espiritual que le sustenta; una estrella por un candelero.
Ahora, las claves – misterios – perfectas del
Señor para vencer en cada uno de los niveles psicológicos de nuestra
existencia, son dadas a quien puede escuchar la voz del espíritu, la cual no se
percibe ni por sentidos físicos ni de alma, sino de espíritu.
Debe la persona discernirse como “lo que ‘es’
antes que fueran los cinco sentidos, mente, sentimiento y razón”
1ra Iglesia. Carta a la Iglesia de Éfeso (2:1-7)
2:1 “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete
estrellas en su mano derecha, el que camina en medio de los siete candeleros de
oro, dice estas cosas:
El ángel de la iglesia de Éfeso corresponde al
cuerpo físico, en pugna con la personalidad.
¿Quién puede caminar entre los candeleros?, si
no es aquel que puede, como un fuego abrazador, encender todas las flamas y
todas las cosas de nuestro mundo particular. Él es quien escudriña. Su Espíritu
Santo en nosotros.
2:2 Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia; que no
puedes soportar a los malos, que has puesto a prueba a los que dicen ser
apóstoles y no lo son, y que los has hallado mentirosos.
Discernimiento...
Para esto, evidentemente la persona no se deja
engañar por las doctrinas que no cumplen con la percepción de la inmanencia, es
decir, la percepción del origen espiritual, ya que cada quien interpreta la
religión de acuerdo a lo que cree que es semejante a Dios, es decir, que si se
cree en un dios físico o figurado, antropomorfo o deidad, pues se busca a ese
dios en las formas, más si se percibe a Dios como una “seidad” impersonal, y en
semejanza con nuestro espíritu o Ser, se buscará en lo elevado, en las no
formas, en la no existencia, mucho más allá del silencio, antes de que se
forman las palabras.
Cada vértebra posee un cúmulo de memoria
formada por mercurio seco, toda una gama de sensaciones, emociones,
percepciones sensoriales reactivas a nuestra psicología. Todas mentiras, todas
ellas son impresiones no transformadas.
Ese mercurio – llamado así por su parecido al metal
– seco como roca, como estatuas representativas de nuestras experiencias
conscientes e inconscientes, aparenta revivir con la fuente de una atención que
se pose en ello voluntariamente o no, lo que genera el revivir de la
experiencia que lo secó.
Es equivalente también a un coagulo material.
Es experiencia coagulada.
2:3 Además, sé que tienes perseverancia, que has sufrido por causa de
mi nombre y que no has desfallecido.
Luz, Amor, Vida, Libertad y Triunfo, en la
potencia de Thelema – la voluntad consciente de lo que realmente somos – evidentemente
tiene que producir terribles sufrimientos, humillaciones y dolores morales.
En el transcurso del diario vivir – “a cada
día le basta su afán” –, van apareciendo infinidad de escenas psicológicas que
nos hacen obedecer a un comportamiento programado en nuestra memoria, y al
momento de darse la identificación, en auto observancia – luz –, buscamos
la percepción espiritual – amor –,
ejecutamos el misterio cual es sencillamente arrebatar la atención del evento
cueste lo que cueste – vida –, para luego desapegarse en percepción y contemplación
de nuestro propio Ser – libertad –, con la eventual transustanciación al lograr
refrenar el impulso del cuerpo físico de querer volver a la escena, vivirla,
sentirla – triunfo.
Thelema, no es la necia voluntad humana. Es la
potencia de resistir, de decidir, que adviene al asomarse en el mundo
espiritual, es el resultado del control que ejerce el Señor en nosotros y
nuestro destino, al arrebatar un tercio de la fuerza y dominio de los regidores
– potencias grabadas en nuestros propios genes.
Resistir primero a la impulso de volver al
error, luego resistir al error y por último resistir a su existencia, he ahí
las pautas trinas.
Cada cuerpo tiene su regidor, ataduras cual
las de una marioneta que nos conducen karmicamente a desembocar en
circunstancias de acuerdo a nuestro destino, que no es más que la inclinación
que tenemos a reaccionar a eventos de la manera programada por nuestras
anteriores reacciones.
El destino es sencillamente una conducción a circunstancias, es lo que las impulsa hacia
nosotros.
“Por esta causa he
traído las llaves de los misterios del Reino de los cielos, de otra manera
nadie podría ser salvo. Porque sin los misterios, ninguno entraría en el Reino
de la Luz aunque fuera justo o pecador.”
“’El que busca
encuentra, tocad y se os abrirá; porque el que busca la verdad la encontrará y
al que toca se le abrirá.’, porque yo he dicho a todos los hombres: ‘Buscad los
misterios del Reino de la Luz que os purificarán, os perfeccionarán y os
conducirán hacia la Luz.’”, dice el Señor en Pistis Sophia.
Gracias a que el Salvador ha arrebatado la
capacidad del poder total a los regidores dejando solo una fracción – fuerzas
mecánicas que obligan a los cuerpos a efectuar misterios que no les corresponde
–, y ha traído los misterios de la Luz, es que podemos ser salvados y ayudados
con la “voluntad del Ser”, Thelema.
2:4 “Sin embargo, tengo contra ti que has dejado tu primer amor.
El primer amor es el misterio de la percepción
– dado en gracia a quienes renuncian a “lo que se mueve” con la intención de
descubrir “lo quieto” –, ya que la personalidad ha sustituido la propia
concepción de Ser, por consiguiente se auto ignora.
Quien se percibe a sí mismo como materia, se
alimentará de materia, pero quien se percibe como Ser espiritual, solo anhela
alimento espiritual.
“¡Oh!, Luz de luces, en quien he tenido fe
desde el principio; escúchame ahora, ¡Oh Luz!, en mi arrepentimiento,
¡Sálvame!, ¡Oh Luz!, pues han entrado en mí malos pensamientos.” dice Pistis
Sofía en su primer arrepentimiento, anunciando que en ella se han ejecutados
misterios de creación material, ajenos a su naturaleza espiritual.
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído. ¡Arrepiéntete! Y haz las
primeras obras. De lo contrario, yo vendré pronto a ti y quitaré tu candelero
de su lugar, si no te arrepientes.
“He permanecido llorando; mi garganta está
muda y mis ojos se han marchitado, esperando pacientemente por Dios” dice David
en su salmo LXIX.
Es necesario que el fantasma del tiempo se
borre de nuestra percepción de nosotros mismos, renunciando a la personalidad,
a las costumbres, a lo instintivo, al roce e impuro frotamiento.
Así como las rodillas del Señor se doblaron
por el peso de la cruz camino al Gólgota, así sucederá también con las del que
en esfuerzos más allá de su imaginación renuncia a seguir en contemplación de
lo falso, mientras busca permanecer en esos primeros pasos en percepción de su
Ser.
2:6 “Pero tienes esto: que aborreces los hechos de los nicolaítas, que
yo también aborrezco.
Las obras de los “nicolaítas” consisten en
alimentarse de sus propias creaciones, es decir, ofrecer materia a la materia y
luego devorarla, o como dijéramos, alimentarse con los panes de la ofrenda a
los dioses falsos.
Ofrecer sacrificio a ídolos y luego en acto de
mentira y robo, alimentarse de tales sacrificios es obra nicolaíta, y para ser
más claros, es ofrecer una sensación como sacrificio para lograr refrenar un
impulso mientras tal sensación es procurada. Se trata de una doble moral.
Emanar materia, sea la simiente, sensual,
mental o emocional, con el propósito de alimentar un deseo es fornicación, y es
un acto nicolaíta.
2:7 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso
de Dios.
Comer del árbol de la vida significa advenir a
una existencia real, no fantasmal, alimentándose de la silente palabra del
espíritu, que para el que nunca la ha escuchado no es más que silencio, pero
con sapiencia.
Una señal es dada por el que ejecuta éste
misterio, vista solo en lo espiritual. Al principio, cuando da sus primero
pasos de aplicar el discernimiento, y de resistir a mirar con la intención de
absorber experiencia, entonces, en la tierra verdadera es vista tal señal y
seguida de cerca. Al completar el misterio, el tal – el misterio – se
transforma en un niño recién nacido a quien Herodes necesita matar a como dé
lugar.
Mediante el verdadero arcano – misterio – se vence
el vicio nicolaíta de agregar rabia a la rabia, placer al placer, gusto por el
gusto, pérdida de la percepción del Ser por búsqueda de frotamiento. Adviene el
despertar del Ser descubriéndose a sí mismo de entre la materia, aunque aún
atrapado en ella, tal Ser se auto descubre, se re encuentra, encuentra la
palabra perdida, adviene despierto en ese instante como un Ser real y vivo
espiritualmente, aunque todavía tenga peligro de volver a morir.
Quienes encarnan estos misterios, rápidamente
descubren que son una clave y la manera en que se ejecutan tales misterios, y por
consiguiente, aprenden a aplicarlo en todas partes y en todo momento, inclusive
en el lecho nupcial.
Estar muerto es estar dormido espiritualmente.
El que despierta el discernimiento, puede
perderlo si vende su libertad a precio de placer.
La advertencia para ésta iglesia y la
siguiente es: que tanto el cuerpo físico como el vital, al momento de la muerte
– deceso – se pierden y no retornan, es decir, son cuerpos descartables,
por lo tanto, a pesar de haber logrado tener una percepción de lo real en
dichos niveles, tal puede perderse si no se conquista algo más trascendental.
2da Iglesia. Carta a la Iglesia de Esmirna (2:8-11)
2:8 “Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el último,
el que estuvo muerto y vivió, dice estas cosas:
El ángel de la iglesia de Esmirna corresponde
al cuerpo vital, en pugna con la expresión corporal y ciertos instintos.
“El que estuvo muerto y vivió” es el Señor. Mientras
estuvo entre nosotros fue como estar entre los muertos, y cuando resucitó
espiritualmente, regresó a la vida verdadera, a su origen.
2:9 Yo conozco tu tribulación y tu pobreza—aunque eres rico—, y la
blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son; más bien, son sinagoga de
Satanás.
En apariencia, el cuerpo vital no ofrece mucha
diferencia del físico en la forma de expresar lo subjetivo, más sin embargo, es
el enlace entre nuestros procesos psicoegóicos y nuestras acciones y reacciones
corporales.
Para muchos, es sencillamente una especie de
relleno entre lo astral y lo físico, entre la experimentación psicológica y la
acción, el deseo y la manifestación, algo así como una sombra, un halo, más sin
embargo, posee – tal como el físico – anatomía, capacidades y regidores que
corresponden con el misterio de su nivel.
Los cuerpos físico y vital son efímeros. Solo
existen como parte del alma humana hasta la muerte del cuerpo físico. Luego de
eso, se pierden y descomponen, junto con sus reacciones, sus costumbres, sus
idiomas, gestos, etc. Por eso la expresión “de la blasfemia de los que dicen
ser Judíos y no lo son…”.
2:10 No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí,
el diablo va a echar a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis
probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo
te daré la corona de la vida.
Este cuerpo tiene un efecto tremendo e
instintivo en nosotros, cual es el de defenderse.
Basta con acusar a alguien, y él se activará
automáticamente saltando como resorte, para producir y generar actitudes,
comportamientos y reacciones en su defensa.
En realidad, el arcano o misterio de éste
cuerpo está en refrenar el impulso de defenderse a sí mismo. Esta es la clave para
la muerte psicológica en este cuerpo.
“Pues todas las emanaciones de Obstinado me han
quitado todo mi poder luz y me han derrotado. Ellas – las emanaciones – deseaban
arrebatarme toda mi luz, por completo, y vigilan mi poder. Unas a otras se
dicen: 'La Luz la ha abandonado. Capturémosla y arrebatémosle toda la luz que
hay en ella'” llora Pistis Sophia en su segundo arrepentimiento cuando
impotente ante la ferocidad del poder Rostro de León y sus emanaciones cae
presa.
Al igual que el cuerpo físico, el vital cuenta con 33
nódulos donde se guardan valores energéticos equivalentes a nuestras
experiencias desde el día de nuestra concepción, cosa que se traduce en “regidores”
inconscientes que constantemente inundan nuestro comportamiento con reacciones
preconcebidas.
Su impulso – al que hay que refrenar –, es justamente
esa inclinación de cambio o incomodidad que se percibe cuando se hace algo de
la manera no acostumbrada, como por ejemplo, cruzar los brazos al revés de cómo
lo hacemos siempre, o acostarnos del lado contrario al habitual, etc.
Lógicamente, debe haber justo en el instante anterior
a su manifestación la experiencia psicológica de una escena – imágenes,
sensaciones y emociones – que le producen, reconociéndose como una especie de
fuerza que procura gesticular y presentar un lenguaje corporal acorde con lo
que se está viviendo en el momento.
Si somos insultados, es lo que ocurre justamente
entre la interpretación de lo que nos ofende y la contracción y gesticulación
del cuerpo físico.
2:11 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
El que venza, jamás recibirá daño de la muerte segunda.
Coronando éste misterio, se entra en el
discernimiento del Deseo, ya en un cuerpo o dimensión no descartable, cual es
el astral.
Quiero aclarar que todo esto se procesa en el
diario vivir. Las siete dimensiones de la manifestación existencial del
espíritu son concurrentes.
Cada vez que morimos sin haber logrado el
arcano o misterio del cuerpo vital, perdemos todo lo hecho y aprendido en la vida.
3ra Iglesia. Carta a la Iglesia de Pérgamo (2:12-17)
2:12 “Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada
aguda de dos filos dice estas cosas:
2:13 Yo conozco dónde habitas: donde está el trono de Satanás. Y
retienes mi nombre y no has negado mi fe, aun en los días de Antipas, mi
testigo fiel, quien fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
Sabemos por experiencia directa que nuestra
manera de expresarnos en la materia es mediante siete niveles o mundos, comúnmente
conocidos como: físico, vital, astral, mental, causal, búdico y atmico, y cada
uno representa un peldaño en nuestra psicología – de acuerdo a nuestra
cosmovisión –, cuales son la personalidad, la inclinación, el deseo, la interpretación,
la predisposición, la curiosidad y lo que creemos que somos.
Estos mundos o niveles se han ido descubriendo
poco a poco, uno por uno, desde que alguna vez perdiéramos la consciencia,
hasta nuestros días.
Hasta hace unos 40 años, se creía que el átmico
era lo más elevado del ser humano, y resultó ser tan material, tan una
pertenencia de lo que se es, como los demás cuerpos.
La Iglesia de Pérgamo corresponde al mundo astral,
de los deseos, de las experimentaciones psicológicas, donde nuestra imaginación
se hace experiencia vívida, y de hecho, produce comportamientos cónsonos con lo
que nos imaginamos.
Satanás - el contrario - , es el deseo, que no es
más que una experiencia psicológica que produce reacciones en los cuerpos vital
y físico, las cuales normalmente son tomadas como ciertas y reales por la mente,
para volver a asociar, tomando como base lo experimentado.
El problema con el deseo no es la experiencia
que produce, sino el creerla real. Es el identificarse con ello, con lo que se
cree que se está viviendo. En el arcano correspondiente con ésta iglesia, en su
primera fase, solo podemos quitarle la atención, moviéndola al tiempo que
reunimos todas nuestras fuerzas para concentrarnos en no ser jalados de nuevo hacia
la vívida hipnosis que genera.
A estas alturas, la persona sufre muchísimo
por la potencia del poder del deseo.
Refrenar el impulso a sumergirse en lo que se
está viviendo, a sentir reacciones cuando se experimenta psicológicamente un
recuerdo, un disgusto, un aroma, una sensación, en fin, cualquier escena llena
de imágenes, sensaciones y emociones, es la clave.
Antipas no negó nunca al Señor, y murió entre
llamas por ello. Jamás cedió.
No ceder es la clave. No embutir nuestra
atención en lo que se produce al vivir algo en la imaginación.
Es necesario para despertar en éste mundo el
acostumbrarse a quitarle la atención a toda experiencia psicológica que se
presente, buscando vivir el momento lo más lúcido posible. Es por mucho el más
intenso de los mundos.
2:14 “Sin embargo, tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes allí a
algunos que se adhieren a la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner
tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer de lo sacrificado a los ídolos
y a cometer inmoralidad sexual.
2:15 Asimismo, tú también tienes a los que se adhieren a la doctrina de
los nicolaítas.
El tropiezo es experimentar psicológicamente, porque
dicha experiencia conlleva a querer concretar en el físico. Por eso se llama
deseo, porque aún no se concreta. Es igual que imaginar comer un helado. Es la
misma cosa. Vivirlo en el fuero interno, pero no poderlo disfrutar en la
realidad es un estado de deseo frustrado. Cosa que es peor.
Llenarnos de deseos no concretados es
convertirse en personas frustradas, oscuras.
Debemos considerar que toda reacción
inconsciente y mecánica basada en una experiencia psicológica es un defecto, una
ilusión.
Observando todos los elementos que componen una
escena, es decir, rostros, objetos, sonidos, sensaciones, emociones y
sentimientos, y estando atentos a cómo ese conjunto de elementos pretende
generar de nuevo más experiencia, es decir, más sensaciones, más emociones, más
imágenes, etc., como si en realidad todo ello estuviera pasando; intentemos refrenar
su poder atractivo a revivir mecánicamente, que jala nuestra atención a lo que creemos que está pasando, y podremos
ver, cómo una fuerza terrible procura traernos de nuevo a la escena. Ese es el
impulso del deseo, y es lo que hay que refrenar.
La clave de refrenar es siempre la misma, siempre igual en todas las esferas y durante este tercio del camino. Retirar
la atención del poder hipnótico de lo que la absorbe.
Cada tercio tiene su afán.
2:16 Por tanto, ¡arrepiéntete! Pues de lo contrario vendré pronto a ti
y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
No es malo para nada que no pudiendo lograr el
arrepentimiento, que es el resultado de una sincera auto observación, el Señor luche
por nosotros contra eso que nos engaña, siempre y cuando, no cometamos el error
de querer probar de cualquier manera el deseo. Ni siquiera de una manera disimulada.
Si bien es cierto que no es recomendable, casi seguro
es que en algunos momentos ha de suceder así, ya que quizás, nosotros solo
debemos “querer” discernir, y el Salvador hará su obra de ir develando,
enseñando, explicando y cristificando por donde va pasando su espíritu
santificador de discernimiento, justo en medio del huerto.
En el 3er arrepentimiento de Pistis Sophia, el Ser
solicita exactamente eso. “Ojalá que mis enemigos sean derribados y hechos pedazos”, orar, mucho orar.
Beethoven, en su 3ra sinfonía llamada la “Heroica”,
no podía hacer otra cosa que componer para la muerte, para la separación y el
discernimiento.
En el 2do movimiento de esa sinfonía, la marcha
fúnebre, se halla una cátedra de discernimiento, donde tres elementos
revolotean entre las melodías, precipitándose dos de ellos al sepulcro, y un
tercero ascendiendo hasta perderse de vista en la más maravillosa expresión
tonal de inspiración divina musical. Aunque al principio las tres parecen una
sola, resulta espectacular presenciar la separación de dichas melodías, y más
el efecto que ello produce en nuestra psiquis.
2:17 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Al que venza le daré de comer del maná escondido, y le daré una piedrecita
blanca y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, que nadie conoce sino el que
lo recibe.
La piedrecita a la que se refiere el Señor es
el advenimiento a la vida real y eterna, pues, antes de esto, todo el proceso
pudiese desperdiciarse si se pierden los cuerpos descartables, y se rompe la
continuidad.
Una cosa es haber vencido al impulso en lo
físico y en lo vital – gracias a los dos primeros misterios de ejecución –, y otra muy distinta, es vencer el terrible
poder hipnótico del deseo.
4ta Iglesia. Carta a la Iglesia de Tiatira (2:18-29)
2:18 “Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, que
tiene sus ojos como llama de fuego y sus pies semejantes al bronce bruñido,
dice estas cosas:
2:19 Yo conozco tus obras, tu amor, tu fidelidad, tu servicio y tu
perseverancia; y que tus últimas obras son mejores que las primeras.
2:20 “Sin embargo, tengo contra ti que toleras a la mujer Jezabel, que
dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a cometer inmoralidad
sexual y a comer lo sacrificado a los ídolos.
El espíritu del Señor, el Santo Espíritu, es
quien silentemente va vértebra por vértebra mostrándonos lo que cada día es
necesario ver de nosotros mismos, de nuestros recuerdos, de nuestro “mercurio
seco”, de nuestro karma, por lo que buscar por propia voluntad revivir escenas
del pasado con la intensión de “dizque trabajar” con ellas, es un autoengaño
que no va a parar a nada bueno.
La Iglesia de Tiatira representa a los
procesos psicológicos del cuerpo mental; al mundo de las asociaciones
psicológicas, al ruido, a la equivalencia.
La tolerancia a los procesos razonativos es
sueño.
La mente, es ese nivel de nuestra psiquis que
se encuentra – en el proceso de la creación de nuestros pensamientos – justo
después de la “disposición” y antes de la imaginación. Es allí donde se forman
las palabras, las imágenes, las ideas. Es absolutamente dependiente de la
voluntad – sea ésta consciente o mecánica –, ya que asocia de acuerdo a la
predisposición de nuestro humor.
Puede hilar secuencias de pensamientos asociados
por parecidos u opuestos, que desembocan en historias, relatos, conclusiones e
interpretaciones fantasiosas si se lo permitimos.
Poseemos la mente. No somos ella.
Los procesos de la mente están basados en la “ley
de asociaciones psicológicas”. Esta ley es completamente mecánica y produce secuencias de
escenas, que si no estamos conscientes, resultan en engaño.
El cuerpo mental, es similar a un estómago. Mientras
reciba alimento, procesa y procesa asociaciones y derivaciones sin detenerse,
generando a su vez experiencias psicológicas que por consiguiente obligan –
mediante estímulos – al cuerpo físico a responder, y éstas respuestas, por
último, conllevan a volver a asociar, lo que termina por completar un círculo
vicioso que genera conductas y comportamientos.
2:21 Le he dado tiempo para que se arrepienta, y no quiere arrepentirse
de su inmoralidad.
2:22 He aquí, yo la echo en cama, y a los que con ella adulteran, en
muy grande tribulación, a menos que se arrepientan de las obras de ella.
La mente es el nivel del alma donde se
interpretan formas y símbolos. Su rango es sencillamente constitutivo de las
funciones y capacidades del ser humano para manifestarse y relacionarse con el
mundo, y su único problema es que procesa todo lo que cae en ella, sin distinción,
mas sin embargo, dichos procesos solo pueden darse entre elementos conocidos
por ella, y en la primera fase de éste misterio, debemos arrebatar la atención
que se absorbe en ella, cosa que puede lograrse enfocándonos – nuestra atención,
consciente y voluntariamente – en cualquier cosa ajena al proceso que ejecuta
en el momento.
El arcano de éste nivel es refrenar el impulso
de asociación. El refreno del impulso a asociar resulta en disociación, lo cual
es maravilloso para aquellos que sufren por no poder experimentar las cosas tal
como realmente son. Al disociar lo falso, se conoce la realidad.
2:23 Y a sus hijos mataré con penosa muerte, y todas las iglesias
sabrán que yo soy el que escudriño la mente y el corazón. Y os daré a cada uno
de vosotros conforme a vuestras obras.
En la simbología bíblica, la vida es lo
espiritual, y lo material es la muerte. Solo el espíritu tiene vida verdadera,
y lo material es efímero y muerto. Por eso, el resultado de la mecánica mental
será muerta por la verdad del discernimiento.
“Debemos permanecer alertas y vigilantes como
el vigía en época de guerra.” dice el que vigila los pensamientos del
oficiante.
“¡Huye demonio de cara de cocodrilo!, ¡tú cuya
morada está en el oeste! Sé que te alimentas de los signos del zodiaco, sabe
pues que yo traigo en mi corazón lo que tu más detestas.” Ésta y las
subsiguientes frases que rezan el llamado “Libro de los Muertos” egipcio,
constituyen en si la clave del 4to misterio para vencer la mente. Ella solo se
detiene ante lo que poseemos en nuestros corazones, es decir la palabra
perdida, el sabernos Ser, el estado de auto percepción.
“Los signos del zodíaco” son las experiencias
registradas en nuestra psiquis, las cuales usa la mente para sus procesos. Doce
aeones de destino y karma.
Lo que “yo traigo en mi corazón”, es el
discernimiento proporcionado por la percepción del propio Ser, y colocando
nuestra atención en lo que realmente somos, más allá de donde se forman las
palabras, la mente deja de ser alimentada y la mecánica se detiene. Entramos en
paz.
En la percepción del Ser, toda materia se
disuelve, desaparece, aunque por los momentos, bien vale solo quitarle la
atención.
2:24 “Pero a los demás en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina,
quienes no han conocido las cosas profundas de Satanás (como las llaman), os
digo: No os impongo ninguna carga más.
2:25 Solamente aferraos a lo que tenéis, hasta que yo venga.
Las asociaciones psicológicas resultan en
experimentaciones psicológicas, y al refrenar el impulso de seguir asociando,
tales experiencias cesan, se detienen, no se alimentan, pierden fuerza.
Aferrados al Ser, a la percepción de Ser, el
proceso mecánico se detiene.
2:26 Al que venza y guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad
sobre las naciones,
2:27 —él las guiará con cetro de hierro; como vaso de alfarero son
quebradas—, así como yo también he recibido de mi Padre.
2:28 Además, yo le daré la estrella de la mañana.
“¡Mira!, mi rostro ha quedado sin velo, mi
corazón está en el lugar que debe estar, y mi cabeza se adorna con la corona de serpientes.”
Esto y otras cosas más suceden al que corona
el 4to misterio de afuera hacia dentro. Puede comprender los infinitos, el cómo
trabaja en nosotros el espíritu santo y miles de otras cosas más, puesto que el
Señor ha cristificado su mente, y ahora su mente puede ser “escrita” por el
espíritu.
Regir las naciones, poder neutralizar el
comportamiento errático dictado por las asociaciones psicológicas, es
maravilloso.
2:29 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.